domingo, 13 de marzo de 2016

Melancolía


–Hace unos meses escribí unas reflexiones que guardé y olvidé. Hoy me he acordado de ellas y he decidido publicarlas aquí. Las escribí al finalizar el año 2015. –

Un día te pones a pensar, a raíz de una fotografía o un viejo mensaje, en tu vida hace tres o cuatro años. Recuerdas pequeños momentos, emociones, ilusiones, que se han ido por completo de tu yo actual. Piensas sobre todo, en aquellas personas que te acompañaban, que te fueron descubriendo la vida: la amistad, el compañerismo, el amor, la alegría. Personas que siguen en tu vida, y muchas que ya no lo están. Recuerdas con tristeza, con melancolía esos momentos. Porque ya no volverán. Incluso comienzas a ver, una a una, las fotos de esos años, que te transportan con poco esfuerzo a aquellas tardes, aquellos veranos, aquellas cenas y fiestas. El miedo llega cuando te das cuenta de lo feliz que eras, de lo bonita que fue esa etapa, de lo maravillosamente bien que te hacían sentir todas esas personas. Pero efectivamente, eso ya pasó. Piensas también que tu vida podría ser muy distinta a lo que es ahora. Tomaste muchas decisiones, tomaste caminos que te llevaron a lo que eres ahora. ¿Fue la decisión correcta? ¿Cómo sería yo ahora si no hubiera hecho esto sino lo otro? Respuestas que nadie va a poder contestar.

Te preguntas si, dentro de dos años, recordarás la vida que estás llevando ahora, tu vida, con ese mismo sentimiento que tengo yo con la mía de hace unos años. Era feliz, lo fui, y mucho.
¿Recordaré en 2017 el año 2015 con esa melancolía y esa certeza de que fui feliz?

Siempre he pensado que la felicidad es un recuerdo. No eres capaz de sentirla en el momento, sino que te embarga cuando recuerdas aquellos momentos de tu vida verdaderamente buenos. El presente está lleno de preocupaciones, de miedos, de indecisiones y de inseguridades. Quizás son las cosas que te impiden darte cuenta de la famosa felicidad en ese mismo momento. Pero, afortunadamente, lo bueno siempre queda en la memoria.

 

1 comentario:

  1. —Alguna vez me has intentado convencer de que la felicidad sólo está en los recuerdos. Incluso lo has conseguido.
    Pero estos meses he visto, Abril, cómo te acercas con ella,
    imagen viva, recién nacida,
    sin una mota de polvo,
    y la posas sobre mi nuca
    como si fuera una rana que acabara de saltar entre cientos de verdes distintos para atrapar a un insecto desvalido.
    Y eso es lo que hace, me ata por un tiempo y luego me abrazo yo a ella, y la recorro con mis dedos, y es real, y es ahora.
    Así que, ¿cómo quieres que esté de acuerdo contigo cuando me dices eso?

    ResponderEliminar